Son muchos los que han calificado estos primeros meses de gobierno de “sequía legislativa”, principalmente la oposición, que parece haber encontrado en esta expresión una bandera y un motivo de unión. Sin embargo, debemos reconocer que también hay otros, no tan preocupados del “legado del gobierno anterior”, que han manifestado su preocupación por la aparente falta de iniciativas, aunque limitándose a sostener que la actual legislatura está un poco “fome”, o al menos aburrida.
Ciertamente no podríamos afirmar que tener un gobierno “fome” sea algo de mucha gravedad. En lo personal, tiendo a pensar que es mejor no tener leyes que tener muchas, pero malas. Ahora bien, que algo no sea muy grave no significa que no sea de preocupación. Los liderazgos son definidos y evaluados por la magnitud del desafío que enfrentan y si este desafío no se percibe con claridad, se pone en riesgo su sostenibilidad.
Cuando aparecieron los 33 mineros atrapados en la mina San José, el Presidente Piñera pudo mostrar lo mejor de su liderazgo: propósito, determinación, perseverancia, pero sobre todo una gran capacidad para enfrentar y resolver con éxito situaciones complejas y de alto interés social. Fue tal el crédito recibido por esa hazaña, que pudo sacarle dividendos hasta en sus momentos de menor popularidad, y sin duda fue un activo que conservó y rentabilizó hasta su reelección.
Por fortuna para Chile, en este segundo mandato no ha habido ni mineros atrapado ni grandes tragedias donde Piñera pueda muestra lo mejor que tiene. Sin embargo, creo que sería un tremendo error esperar que algo así sucediera para poder mejorar su imagen.
Como he señalado en otras columnas, el Presidente no necesita de una crisis externa para brillar, bastaría con proponer y focalizarse en uno o dos desafíos transformadores de nuestro país. Desafíos que fuesen lo suficientemente grandes y logrables para que pudieran dejar un sello que trascienda más allá de la hazaña de los 33.
Así como el Presidente Aylwin nos entregó un camino de reconciliación nacional y la posibilidad de consolidar la democracia, y el Presidente Lagos nos dejó un país con una nueva infraestructura vial, nuestro actual Mandatario debiera pensar proponer un legado que genere un antes y un después para nuestro país.
En este sentido, sí que es preocupante que la actual administración no haya sido capaz de demostrar con hechos cuál será ese sello único por el cual será recordada en el futuro.
Temas existen, claramente la modernización del Estado o la seguridad ciudadana son ejemplos de causas que, de ser sustantivamente cambiadas, dejarían una huella duradera en nuestro País.
Si salvar a los 33 o mantener un crecimiento económico decente es lo máximo que este gobierno puede dar, nos arriesgamos seriamente a que el péndulo se devuelva hacia caminos demagógicos y refundacionales que demostraron, estos últimos cuatro años, que poco ayudan al crecimiento y desarrollo que Chile se merece.